Centrándonos en México, porque si no me equivoco todos los autores somos mexicanos, la gente que compra productos importados es quien tiene suficiente luego de haber cubierto las necesidades básicas, entiéndase: vivienda, vestido, comida, transporte, educación. Los oaxaqueños –esos maestros que tanto alboroto arman por un aumento– los chiapanecos –esos que coexisten con el EZLN y los Mara Salvatrucha –los defeños que viven en las zonas marginadas de Chalco, Santa Cruz Meyehualco y Santa Marta Acatitla, entre MUCHAS otras y entre más del cincuenta por ciento de la población del país que vive en extrema pobreza; ellos, qué se van a estar preguntando cuál lechuga tiene menos gérmenes o cuál es aquel queso parmesano reducido en grasa que viene de Italia.
Esa gente lo único que se pregunta es cómo va a cubrir todos sus gastos con el sueldo que recibe diario, cómo alimentar a toda la familia, para qué le alcanza, qué es lo más barato; sin importar si viene de China, de Francia o de Italia. Esa gente, generalmente consume los productos locales y no porque sea nacionalista o porque hayan contaminado menos en su producción y elaboración, sino porque es lo más barato. Mientras no venga de China, claro. Aunque si se aprueba la nueva ley de Naciones Unidas, para establecer precios estándares a los productos hechos en China a propósito de proteger países como Gran Bretaña, Estados Unidos y Japón, hasta esas importaciones van a estar fuera del alcance de los mexicanos (generalizando). Para toda esa gente, hasta comprar en un supermercado es un lujo.
Porque en el supuesto de que esa medida se adoptara en México, se establecería solo en grandes supermercados y esos establecimientos aunque tienen sucursales por todo el país, no las tienen en ciudades pequeñas ni en pueblos. Es decir, las habrá en Oaxaca la capital, en Puerto Escondido por ser lugar turístico, pero no en Tecpan de Galeana, Guerrero o Temazunchole, San Luis Potosí. Y aunque las hubiera, qué porcentaje de la población tendría lo posibilidad de adquirirlos.
Hay medidas que son diseñadas para alcanzar determinados objetivos, en un determinado lugar. Cuando dichas medidas quieren ser instauradas en algún otro lugar fuera del que fueron creadas para funcionar, deben adecuarse al contexto: legal, cultural y tecnológico. Es decir, si México adopta planes y estrategias del país vecino del norte (como innumerables veces ha sucedido), tendría que modificarlos un poco si es que se quieren ver resultados (situación que aún no ha sucedido). El que cierta idea sea muy brillante y haya funcionado en Rusia, no significa que esa misma idea vaya a funcionar en México. A contextos similares, procesos similares; a mi parecer, dicha medida de Food Miles funcionará solo en países primer mundistas, que como bien dice Omar, la gente está acostumbrada a coleccionar tarjetitas para juntar puntos y obtener esa copita de vino.
Hablando entonces del Primer Mundo, pudiera ser que el programa funcione porque la gente está un poco más preocupada por asuntos ambientales como el calentamiento global. Si mi adquisición de tal producto ayuda a prevenir la contaminación y el global warming y además de eso, me da millas, pues por qué no. Aunque de vez en cuando, uno que otro lujo no cae nada mal. Como una rica cena de enchiladas y chilaquiles en cualquier lugar del mundo, fuera de México. En otras palabras, puede ser que Food Miles ayude a disminuir la compra de productos importados porque contaminan más, pero de ahí a que desaparezca… mi voto es que NO.
No comments:
Post a Comment